Puedo estar tranquilo, aunque mi cabeza da vueltas y se me sube el calor solamente con pensarlo. Me da una pequeña satisfacción pensar que cada vez que bajas por la Calle Yerbas Buenas y ves ahí una gaviota de Franklin piensas en mi.
Piensas en odiarme, piensas en volver, piensas en lo patético que me veo, piensas en lo patética que te ves, piensas que hubiese sido de nosotros, piensas en eso. Piensas en lo linda que estás, piensas en lo simpática que eres, piensas que solamente le agradas a las personas por tu apariencia, piensas en que eres un ser normal cuando pones la cabeza en la almohada y lloras como una simple mortal.
También imagino que te da risa, que te da risa que te fijaste en una persona así, piensas en lo absurdo que era andar de la mano, piensas en las cañas y resacas que te pegaste intentando que ese mequetrefe te mirara con otros ojos, piensas que pensaste en dejar el reggeaton por la guitarra acústica, te ríes ... yo sé que te ríes.
Luego de pensar tanto, vuelves a pensar en que mierda hacen esas gaviotas ahí, y en cada una de esas hay un resentimiento que aún no puedes borrar.
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