Que envidia me dan esas parejas que consumen grandes cantidades de drogas, obtengo un punto fijo dentro de la plazoleta que dicen tener pasto, solicito a contemplarlos de una manera poco ortodoxa, me encanta ese roce calloso entre sus manos, que inclusive puedo percibir un leve sonido rasposo.
También envidio su capacidad de honestidad y fidelidad, el reflejo casi automático de voltearse y rezar el rosario de los garabatos más agudos y precisos que puedan existir si es que alguien agrede verbalmente a uno u otro. Otra cosa que se me escapaba es lo monetario (que a tanta gente le parece importar), no hay duda del interés de uno o una por el otro o la otra.
Solo me imagino lo apasionante de sus actos en la intimidad, ya que en la virtud del día asoleado son capaces de generar acciones romanticonas... en realidad ni me lo quiero imaginar.
Esos besos apasionados a pleno medio día, en esa hora que no existe la sombra y con la mínima cantidad de saliva existente, esas caricias en sus caras rígidas. Esas conversaciones y traspasos de experiencias, el sincero mundo que viven, no me quedan palabras para lo emocionado que estoy en estos momentos. Me pregunto mientras los veo desde mi comodidad ¿Quién habrá sido la persona que los tuvo en sus brazos cuando nacieron y les dijo que nunca los iba a dejar? ¿Quién es esa persona que los vio y dijo que eran lo más lindo que había visto en su vida? ... Esa persona que los abrazó y los amó en el instante más mágico.
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