Gracias a los impuestos retenidos de mis boletas de honorarios me llegó una cantidad de plata que no tenía presupuestada, o sea, en verdad recibí más de lo que pensaba.
Soñé con todo tipo de cosas, viajes, zapatillas, pagar mis deudas, pero obviamente preferí un elemento sagrado, un elemento que es transversal a las clases sociales, al maldito género, a las mierdas étnicas, a las costumbres, un ser dominante en nuestra cultura, un elemento controlador y globalizador (o mundializador?), ese dispositivo que todos quieren, el de varias vocecitas diciéndote lo que tienes que hacer y lo que no, ese que te hace viajar, que te hace engordar, el que te salva con tus hijos cuando no los quieres tomar en cuenta, ese que genera peleas y divorcios, el elemento que tiene un escalafón dentro del Olimpo, sí, él, el enemigo directo de Teoría Crítica y sus discípulos Theodor Adorno, Max Horkheimer, Walter Benjamin entre otros semidioses.
Sí me compré una tele.
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