Así fue, frente a la playa, caminábamos, nada importaba, el oleaje era devastador y aun así decidimos ingresar al frío mar, luego nos sentamos, pensamos, fumamos, pensamos nuevamente y nos dijimos, en realidad me dije, volverá a pasar, una, y una, y una y otra vez lo mismo, con diferentes personas.
Efectivamente, el no eres tú soy yo se hizo realidad, esta vez no sentados en la playa, sino en un auto hediondo y cochino, hediondo por el hedor de la transpiración de los cuerpos húmedos, cochino por la comida podrida y las mil tapas de cerveza barata.
Luego caminamos por la playa y nos encontramos con tu amiga dominicana, la que nos miró y nos dijo "volverá a pasar, no importa lo que diga la gente". Proseguimos por el malecón indecente con el sonido de la rompiente y la brisa nos acariciaba los cabellos, fue ahí entonces, cuando me senté, te miré, nos reímos, luego sonreímos y nos dijimos... volverá a pasar, y nos fuimos cada uno por su lado...
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