La sed, siempre que te veo me dan más ganas de sed, cortando cualquier tipo de un pez pescado, que el mar solo lo quiso tener y cambiar su color para que no lo depredaras. Por otro lado las mandíbulas de ratas que roen toda excusa cuando te vas en busca de otra ave que te ayude a cruzar el océano... con arena en los bolsillos.
¡Ay! no le hagas caso al Guachimán, que en volá no te va a llevar si le faltan besos, que espera y espera no solo a ti, sino al momento.
Sí, le robé el alpiste a la gallina y al cóndor, lo siento pero tuve que escapar, venían las bestias hacia mi, cargando tambores y trompetas. Y desde que no estás pinto, creo, imagino pesadillas para ti, no caen más pecados en tus manos más que los de esa noche, pero aun así recoges lo que queda de mi armadura, de mi esqueleto.
¡Ay! no le hagas caso al Guachimán, que en volá no te va a llevar si le faltan besos.
Busqué refugios en otros lugares, mi sueño fue tan despacio que tuve que despertar, en un prado vacío y llano huyendo de corderos, y por eso regresé así de cansado, soñoliento. Entre tanto y tanto alboroto no pude escuchar el crujir de tu cama.
¡Ay! no le hagas caso al Guachimán.
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